Desarrollismo Siglo XX

     El caldo de cultivo de la continua renovación permitió la proliferación del "desarrollismo" a partir de los años 60, siendo muy pocos los que defendieron la necesidad de conservar lo antiguo como un modelo depurado a través de los tiempos de adaptarse a las necesidades y medios del territorio originado por los modos de vida extremadamente eficientes en relación a los medios de subsistencia. En ningún momento se reflexionó sobre la convivencia, la sostenibilidad, el equilibrio... cualquiera de las bondades de algunas de las cosas antiguas sobre las nuevas. Sino que los habitantes de Porcuna deslumbrados por el supuesto bienestar de las nuevas formas de vivir en las ciudades arrasaron ciegamente con todo lo antiguo sustituyéndolo por los nuevos espacios y modos de vida. Este proceso enriqueció a algunos de sus promotores y empobreció claramente la calidad de vida privada y las relaciones sociales de los porcuneros. 

     Los nuevos materiales y técnicas industriales de construcción y la mentalidad de "odio por lo viejo" que se generó en la sociedad porcunera, supusieron una radical transformación y destrucción urbana con la sustitución sistemática de las viviendas tradicionales por bloques de pisos y casas con estructuras y materiales nuevos, de mucha peor calidad en su clase que las destruidas.

     El uso además de maquinaria pesada en los procesos constructivos (excavadoras, camiones, etc.) a partir de los años 70 agudizó la destrucción, al eliminarse también globalmente los restos arqueológicos enterrados de la ciudad histórica, arrasando en poco tiempo un registro arqueológico formado en algunos casos durante 6000 años.

     La carencia de una política urbanística de ordenación y crecimiento lógica, capaz de permitir la creación de segundos centros urbanos y el crecimiento residencial y comercial ordenado, que sólo existió a nivel de proyecto en la reforma de Regiones de Devastadas, ha provocado la concentración del centro urbano y la existencia de una pésima planificación, centenares de tensiones y problemas sin fácil solución y conflictos de intereses entre lo público y lo privado, para exclusivo beneficio de intereses espúreos de especuladores. Todo esto no ha hecho sino agravar los daños a un patrimonio indefenso que todo el mundo declara defender y mantener pero que inevitablemente vemos caer. En este proceso queda la sola dignidad de la defensa emprendida por algunas buenas personas como Modesto Ruiz de Quero.